Destellos sobre una sombra impresa en el suelo del tiempo.
Excesos y aullidos que nos unieron sobre las mesas cubiertas de palabras.
Diferentes caminos nacidos de la misma enredadera que ya no se entrelazan.
Recordad aquella luna que nos recibio desnudos y ebrios sobre las ruinas del agua.
O aquel puente sin suspiros donde clavarse en el barro...
Heredamos la noche
y hoy sobra luz en nuestros días.
Cuanta risa aún prende de los equinoccios? Cuantas ventanas rotas en la fachada del ego? Juntos hemos muerto y resucitado con diferentes nombres, y es ahora que la distancia de siete mares nos separa, que reparamos de cuando en cuando en nuestras raíces.
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