Siempre en la rueda.
Samsara generoso de almas galopando sobre la espalda de la vasta memoria.
Los ojos de la serpiente no quemaban.
El temblor quebró todas las columnas.
Todas las mantas humedas se secaron en el corazón mismo de la nieve.
Todas las arpas sonaron durante la fiesta.
La cama era una llanura inmensa y el cielo una sábana mística rasgada de estrellas.
Hubo varias manos. Unas sobre otras como formando cordilleras.
Espejo íntimo de su propio reflejo.
Al cabo
Que hacer con estos relojes rotos?
Con estas certezas afiladas como colmillos y estás orejas de lobo?
Acaso no nos reciben en su mano los gigantes?
No moja el mismo agua dos orillas distintas? Llegará lo que siempre estuvo, disfrazado de anhelo a tocar la frente caliente como un cristal negro?
Y durante el transcurso
acaso se llenarán las maletas de mariposas?
Al otro lado del puente...
Todos esperan allí.
Todos sonríen por lo que ya saben.
Las arenas prenden blancas rodeando la estatua.
Los vasos siguen llenos.
Siguen esperando erguidos en la mesa puesta.
Los dragones son habitantes silenciosos.
Hoy al fin he conseguido sentarme.
La luz escasa baña una habitación que grita silencio.
El mundo convenido me espera con el té recién echo.
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