No merecen sortilegios las avenidas inacabadas.
Con la mano invisible de la verdad trazamos nuestra trayectoria.
Uno no hace si no dejarse llevar por las olas que regresan nacidas de nuestro propio impulso
Y al cabo
Restan las marismas repletas de estrellas y cavernas vacías.
He sido testigo del ácido que derrite el mundo con su boca de oscuridad perenne y
he dormido colgado en las ramas del relámpago
Ha llegado la hora de abrir la jaula...
Poco a poco mis sentidos se abren paso
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